INTERACCION
DEL SISTEMA NERVIOSO Y ENDOCRINO EN LA CONDUCTA DEL HAMBRE
EL HAMBRE
[1]“El hambre es una necesidad cíclica de los
organismos. Se presenta con regularidad, se satisface con el consumo de
alimentos y desaparece por un tiempo; vuelve a aparecer y a exigir que de nuevo
se consuman alimentos”
Con las vivencias y acciones que realizan los
individuos a lo largo de su existencia, existe un desgaste de energías. El
papel del hambre es el de mantener los niveles de energía que el cuerpo necesita
para realizar sus actividades cotidianas, ya que funciona como una alerta
cuando el cuerpo necesita dichas sustancias que le proporcionan energías. Es
así como el hambre es definida como un [2]estado somático provocado
por la privación de alimento y que desaparece por la ingestión de comida.
Junto
al hambre se encuentra la saciedad [3]los cuales son considerados
como dos polos de la experiencia humana; es decir, el hambre como principal
motor, el cual, ayuda al incremento de la ingestión de alimentos, mientras la
saciedad es considerada como un inhibidor de estas sensaciones de hambre. Ambos
se consideran como un ciclo necesario para la supervivencia, ya que
constantemente se siente hambre (dependiendo de las necesidades de cada
individuo) y en la medida que es satisfecha esa necesidad surge la saciedad.
AUTORES QUE APORTARON AL ESTUDIO DEL
HAMBRE
MASLOW:

ANAND Y BROBECK
En
1951 [4]comunicaron que la
destrucción de la región lateral del HL hacia que las ratas y gatos rechazaran
la comida (Afagia), y que en muchos casos era tan severa que los animales
terminaban muriendo por inanición.
ROGERS
en
1967 realizó una serie de experimentos con el cual quería demostrar si existían
o no hambres especificas para la tiamina, el sodio, el calcio y el potasio(…) [5]en resumen el fenómeno de
las hambres especificas puede explicarse por los siguientes factores:
-
Preferencias innatas por ciertas sustancias.
-
Búsqueda de sustancias nuevas.
-
Preferencias adquiridas (y muchas veces no
porque el organismo lo requiera e incluso podría hacer daño).
INTERVENCIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO
Dentro
de las estructuras del sistema nervioso que intervienen en la ingesta y en el
sentir hambre, se encuentran:
NEURONAS:

HIPOTÁLAMO:

NUCLEO AMIGDALINO:
El
núcleo amigdalino también se considera dos estructuras que regulan la ingesta;
investigaciones han demostrado que lesiones en la división basolateral causan
hiperfagia, mientras que las lesiones en la zona corticomedial ocasionan
afagia. Con lo anterior se entiende que la zona basolateral esta relacionada con el incremento del
hambre mientras que la zona corticomedial con la inhibición de esta. (Se relacionan
con HL- HVM)
TALLO CEREBRAL:

INTERVENCION DEL SISTEMA ENDOCRINO
ANFETAMINAS: a
pesar de que muchas personas utilizan la anfetamina como un estimulante que
inhibe el hambre u apetito; se ha demostrado que la anfetamina tiene efectos
tanto estimulantes como supresores del apetito.
SEROTONINA: funciona como inhibidor del
hambre y estimulante de la saciedad.
GLUCOSA E INSULINA: la glucosa en
presencia de la insulina estimula el hipotálamo ventromedial e inhibe al
hipotálamo lateral. La iniciación del acto de comer puede producirse por la
falta de glucosa. [7]Cabe
resaltar que al parecer los efectos inhibitorios de la glucosa es si esta va
acompañada de la insulina, es decir, los pacientes diabéticos se sienten
hambrientos con niveles elevados de glucosa ya que, sin insulina suficiente, la
mayoría de los órganos corporales no pueden captar mucha glucosa.
[1]
ARDILA, Rubén. Psicología fisiológica. trillas 2ª edición 1997, Pág. 169,
capitulo 12.
[2]
HERNANDEZ, Guillermo. Psicopatología Básica, Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, 4ª edición, pág. 193.
[3]
ROSENZWEIG. Mark, LEIMAN. Arnold, Psicología Fisiológica, editorial
McGraw-Hill, 2ª edición, Pág. 519, Cap. 13.
[4]
HERNANDEZ, Guillermo. Psicopatología Básica, Editorial Pontificia Universidad
Javeriana, 4ª edición, pág. 529.
[5]
ARDILA, Rubén. Psicología fisiológica. trillas 2ª edición 1997, Pág. 175,
capitulo 12.
[6] CARLSON.
Neil, Fundamentos De La Psicología
Fisiológica, editorial Pearson, 3ª edición,
1996, Pág. 366.
[7]
ROSENZWEIG. Mark, LEIMAN. Arnold, Psicología Fisiológica, editorial
McGraw-Hill, 2ª edición, Pág. 519, Cap. 13.
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